miércoles, 11 de noviembre de 2015

Aquella vez en que trabajé en un “call center”

Durante todo este tiempo he pasado por diversas etapas. 
El otro día me vine caminando porque no podía esperar el bus. No podía quedarme ahí, estática esperando. No soporto esperar. Desgraciadamente este trabajo se basa en esperar. Esperar la llamada, esperar la respuesta, esperar la hora de la merienda, del almuerzo y del café. Esperar la salida.

Pero estaba hablando de las etapas. Esa es solo una, la de la impaciencia. He pasado por la curiosidad (me duró unos cinco días). El miedo de no estar preparada y meter la pata (me duró una noche). El sentimiento de fracaso por estar en un trabajo que está bien para un joven pero es una pérdida de tiempo para una persona adulta (todavía me dura). Y la etapa de tener que esperar el día de pago solo para poder ir cubriendo deudas y darle sentido a las madrugadas y las esperas.


Como todo en la vida, algún día voy a recordar esta etapa como “aquella vez en que trabajé en un call center”.  Pero estoy haciendo todos los contactos posibles para que se convierta en esa “aquella vez” muy pronto.


martes, 27 de octubre de 2015

Hace 23 años

Hoy cumplen años dos de mis personas preferidas.  
Hace 23 años llegaron como un par de capullos maravillosos, rubias y rosadas. 
Con sus inmensos ojos y sus bellas manos flamencas,  su olor embriagante aún me envuelve y me llena de ternura. 
 23 años después se han convertido en lo que imagine: dos hermosas flores, dos dulces pájaros, dos coloridas mariposas.
 Locas y felices como se ven aqui. 
Las quiero con el alma.
Feliz Cumpleaños Xime y Mandi

lunes, 26 de octubre de 2015

Lunes de ida... y de vuelta

Voy y vuelvo un poco autómata.

domingo, 25 de octubre de 2015

El primer domingo


El domingo a las 6:00 a.m. 
El bus del Estadio lleva más gente que el viernes.
¿Para adonde van tan temprano?
Las cosas que me he estado perdiendo por dormir hasta las 11

sábado, 24 de octubre de 2015

Soy una más

Yo en el bus a las 6 a.m.
Soy una más que va al trabajo a las 6:00 a.m.
Soy una más que se monta en el bus y va escuchando noticias en el celular.
Soy una más que espera que no la deje la buseta.
Soy una más que se pregunta ¿para qué putas hago todo esto?

miércoles, 1 de enero de 2014

La vida en los alambres del patio.

Hoy pensé en escribir sobre los cambios de año y los propósitos no cumplidos. Sobre que la vida empieza y termina cada día. Sobre la amistad, los sueños y las historias compartidas.  Pero luego me enteré de la muerte (un más y la última del 2013) de la hija, sobrina y nieta de una familia muy querida para mi... Otro accidente. Otra vida joven que terminó su camino. Y recordé a las hormigas.

Las hormigas son seres interesantes para reflexionar sobre la existencia. Van y viene por un mismo trillo. Unas van y otras vienen, se encuentran, se dicen algo, siguen cada una su camino. Ese es el sentido de la vida de las hormigas, incansables, repitiendo la misma rutina de salir de su hormiguero para buscar hojas que nutran el hongo del cual se alimentan ellas.

Y es que veo un paralelismo entre la vida de las hormigas y la de todos nosotros. Recorremos los mismos trillos en busca de algo que alimente aquello de lo que nos alimentamos.

Al menos así es como me siento al hacer el recuento del año que terminó ayer.  Si bien estuvo marcado por acontecimientos imprevistos y decisiones de último minuto, tengo la sensación de haber ido y venido por el mismo camino.  No es un sentimiento de tristeza o de vacío, ni siquiera aburrimiento. Es solo eso, un constante devenir.

Un Déjà vu
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